?Tantas rivalidades y los correspondientes cruces entre miembros de distintas bandas o hermandades, generaron situaciones que, de no ser hasta por los insultos y peleas que la cerril militancia con no poca frecuencia e intensidad provocaba, no cabe sino catalogar como cómicas. Así, dos hermanos de las Mercedes podían ser enemigos por ser uno de San Juan y otro de la Asunción. Y como en la Asunción estaba la mayoría, a su vez era posible que en una misma familia unos fueran de las Mercedes y otros del Rosario, lo que avalaba futuribles conflictos hasta entre hermanos de sangre.
No fueron asuntos para tomarse a broma pues en una boda entre una sierva del Rosario y un militante de Las Mercedes, comerciante con labrador, las cosas empezaron con las puyas de costumbre entre mozalbetes agitados por los irresponsables mayores y terminaron como el rosario de la aurora, con la Guardia Civil separando en el local de Roe-las a los dos bandos que, entre la sopa de gallina y la ración de cabrito y a falta de otro armamento de mayor contundencia más habitual en ellos, sobre todo en la facción de Las Mercedes, blandieron desde tenedores a platos y vasos que volaban como obuses desde una trinchera a otra. Al final la comilona se quedó a beneficio de los precavidos que como entonces era habitual iban pertrechados de bandejas, en el caso de los más finos y hasta perolas los más acaparadores.?