Un drama nuevo

Un drama nuevo

Un drama nuevo

  • Autor:
    Manuel Tamayo y Baus
  • ISBN:9788497701976
  • Colección:Teatro
  • Categoría:Biografías, literatura y estudios literarios; Calificadores de LUGAR; Obras de teatro, textos teatrales; Europa
  • Temática:Obras de teatro, textos teatrales, España
  • Páginas:45
  • Idioma:Español / Castellano
  • Editorial:Vision Libros
  • Código de Producto:772
  • Disponibilidad: Disponible
  • Formato de este producto: PDF
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  • Sin Impuesto:1.24€
ACTO PRIMERO

Habitación en casa de Yorick; a la derecha, una mesa pequeña; a la izquierda, un escaño; puertas laterales y otra en el foro
ESCENA PRIMERA
YORICK Y SHAKESPEARE (Entran ambos por la puerta del foro; SHAKESPEARE trae un manuscrito en la mano.)
SHAKESPEARE. -Y, sepamos, ¿a qué es traerme ahora a tu casa?
YORICK. -¿Duélete quizá de entrar en ella?
SHAKESPEARE. -Pregunta excusada, que bien sabes que no.
YORICK. -Pues ¿qué prisa tienes?
SHAKESPEARE. -Aguárdanme en casa muchos altísimos personajes, que por el solo gusto de verme vienen desde el otro a este mundo.
YORICK. -Sabré yo desenojar a tus huéspedes con unas cuantas botellas de vino de España, que hoy mismo he de enviarles. Diz que este vinillo resucita a los muertos, y sería de ver que los monarcas de Inglaterra, congregados en tu aposento, resucitasen a la par y armaran contienda sobre cuál había de volver a sentarse en el trono. Pero ¿qué más resucitados que ya lo han sido por tu pluma?
SHAKESPEARE. -En fin, ¿qué me quieres?
YORICK. -¿Qué he de querer sino ufanarme con la dicha de ver en mi casa y en mis brazos al poeta insigne, al gran Shakespeare, orgullo y pasmo de Inglaterra?
(Echándole los brazos al cuello.)
SHAKESPEARE. -Con Dios se quede el nunca bien alabado cómico, el festivo Yorick, gloria y regocijo de la escena; que no es bien malgastar el tiempo en mimos y lagoterías.
YORICK. -¡Si no te has de ir!
SHAKESPEARE. -Entonces -¿qué remedio?- me quedaré.
YORICK. -Siéntate.
SHAKESPEARE. -Hecho está; mira si mandas otra cosa. (Siéntase cerca de la mesa y deja en ella el manuscrito.)
YORICK. -Francamente, ¿qué te ha parecido ese drama que acabamos de oír? (Siéntase al otro lado de la mesa y, mientras habla, hojea el manuscrito.)
SHAKESPEARE. -A fe que me ha contentado mucho.
YORICK. -¿Y es la primera obra de ese mozo?
SHAKESPEARE. -La primera es.
YORICK. -Téngola yo también por cosa excelente, aunque algunos defectillos le noto.
SHAKESPEARE. -Los envidiosos contarán los defectos; miremos nosotros únicamente las bellezas.
YORICK. -A ti sí que nunca te escoció la envidia en el pecho. Cierto que cuando nada se tiene que envidiar...
SHAKESPEARE. -Temoso estás hoy con tus alabanzas; y en eso que dices te equivocas.
Nunca faltará qué envidiar al que sea envidioso. Pone la envidia delante de los ojos antiparras maravillosas, con las cuales a un tiempo lo ve uno todo feo y pequeño en sí, y en los demás, todo grande y hermoso. Así, advertirás que los míseros que llevan tales antiparras no sólo envidian a quien vale más, sino también a quien vale menos, y juntamente los bienes y los males. No hallando cierto envidioso nada que envidiar en un vecino suyo muy desastrado, fue y ¿qué hizo?: envidiarle lo único que el infeliz tenía para llamar la atención, y era una gran joroba que le abrumaba las espaldas.
YORICK. -Algo debería yo saber en materia de envidias, que buen plantío de ellas es un teatro. ¿Viste jamás cuadrilla de mayores bribones que una de comediantes?
SHAKESPEARE. -Mejorando lo presente, has de añadir.


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