El castigo sin venganza

El castigo sin venganza

El castigo sin venganza

  • Autor:
    Lope De Vega
  • ISBN:9788497701914
  • Categoría:Biografías, literatura y estudios literarios; Obras de teatro, textos teatrales
  • Temática:Obras de teatro, textos teatrales
  • Páginas:75
  • Idioma:Español / Castellano
  • Editorial:Vision Libros
  • Código de Producto:694
  • Disponibilidad: Disponible
  • Formato de este producto: PDF
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PRIMER ACTO

Salen el DUQUE, FEBO y RICARDO

RICARDO: ¡Linda burla!
FEBO: ¡Por extremo!
Pero, ¿ quién imaginara
que era el duque de Ferrara?
DUQUE: Que no me conozcan temo.
RICARDO: Debajo de ser disfraz,
hay licencia para todo;
que aun el cielo en algún modo
es de disfraces capaz.
¿Qué piensas tú que es el velo
con que la noche le tapa?
Una guarnecida capa
con que se disfraza el cielo.
Y para dar luz alguna,
las estrellas que dilata
son pasamanos de plata,
y una encomienda la luna.
DUQUE: ¿Ya comienzas desatinos?
FEBO: No lo ha pensado poeta
de estos de la nueva seta,
que se imaginan divinos.
RICARDO: Si a sus licencias apelo,
no me darás culpa alguna;
que yo sé quien a la luna
llamó requesón del cielo.
DUQUE: Pues no te parezca error;
que la poesía ha llegado
a tan miserable estado,
que es ya como jugador
de aquellos transformadores,
muchas manos, ciencia poca,
que echan cintas por la boca,
de diferentes colores.
Pero dejando a otro fin
esta materia cansada,
no es mala aquella casada.
RICARDO: ¿Cómo mala? ¡Un serafín!
Pero tiene un bravo azar,
que es imposible sufrillo.
DUQUE: ¿Cómo?
RICARDO: Un cierto maridillo
que toma y no da lugar.
FEBO: Guarda la cara.
DUQUE: Ése ha sido
siempre el más crüel linaje
de gente de este paraje.
FEBO: El que la gala, el vestido
y el oro deja traer
tenga, pues él no lo ha dado,
lástima al que lo ha comprado;
pues si muere su mujer,
ha de gozar la mitad
como bienes gananciales.
RICARDO: Cierto que personas tales
poca tiene caridad,
hablando cultidiablesco,
por no juntar las dicciones.
DUQUE: Tienen esos socarrones
con el diablo parentesco;
que, obligando a consentir,
después estorba el obrar.
RICARDO: Aquí pudiera llamar;
pero hay mucho que decir.
DUQUE: ¿Cómo?
RICARDO: Una madre beata
que reza y riñe a dos niñas
entre majuelos y viñas,
una perla y otra plata.
DUQUE: Nunca de exteriores fío.
RICARDO: No lejos vive una dama,
como azúcar de retama:
dulce y morena.
DUQUE: ¿Qué brío?
RICARDO: El que pide la color;
mas el que con ella habita
es de cualquiera visita
cabizbajo rumiador.
FEBO: Rumiar siempre fue de bueyes.
RICARDO: Cerca habita una mujer,
que diera buen parecer
si hubiera estudiado leyes.
DUQUE: Vamos allá.
RICARDO: No querrá
abrir a estas horas.
DUQUE: ¿No?
¿Y si digo quien soy yo?
RICARDO: Si lo dices, claro está.
DUQUE: Llame pues.
RICARDO: Algo esperaba,
que a dos patadas salió.


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