En una isla rodeada por aguas cristalinas y especies marinas exóticas, con un follaje deslumbrante. Gobernado por una mujer muy sabia que tenía muchas hijas a su cuidado tantas que apenas las podía contar eran más de cien. Y a todas las trataba por igual todas sus hijas así las llamaba eran preciosas altas esbeltas de pelos largos y sedosos. Y se vestían con túnicas de seda que al tacto del aire parecían diosas que volaban. Cada una era distinta unas eran rubias, otras de pelo negro, o castaño pero todas sentían lo mismo por su madre adoración y un amor imparciable.