Dos caminos hacia la misma cumbre

Dos caminos hacia la misma cumbre

Dos caminos hacia la misma cumbre

  • Autor:
    Ananda Kentish Coomaraswamy
  • ISBN:9788497704595
  • Colección:Filosofía y pensamiento
  • Categoría:Filosofía y religión; Filosofía; Religión y creencias
  • Temática:Filosofía de la mente, Otras religiones y creencias
  • Páginas:11
  • Idioma:Español / Castellano
  • Editorial:Vision Libros
  • Código de Producto:808
  • Disponibilidad: Disponible
  • Formato de este producto: PDF
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Nacido en 1877 en Colombo, Ceilán, de madre inglesa y padre cingalés, Ananda Kentish Coomaraswamy fue llevado a Inglaterra a los dos años. Allí permaneció basta el término de sus estudios a los veinticinco años, edad en que obtuvo el título de doctor en Ciencias por la Universidad de Londres. De la mineralogía y geología, su afición, se orientó a la teología y el arte, y en 1917 se trasladó a América para agregarse al Museo de Bellas Artes de Boston. Como creyente hindú ha afirmado que una fiel explicación del Hinduismo debería lograrse más por negaciones categóricas que por afirmaciones. Entre las principales obras de Coomaraswamy hay que reseñar: La transformación de la Naturaleza en Arte, Hinduismo y Budismo, Historia del arte en la India e Indonesia. El siguiente ensayo pertenece al libro ¿Soy yo el guardián de mi hermano? (1).
No hay religión natural... lo mismo que todos los hombres son iguales (aunque infinitamente diversos), así todas las religiones son similares, tienen la misma fuente (William Blake).
No hay más que una salvación para toda la humanidad, y es la vida de Dios en el alma (William Law).
La frecuencia cada vez más creciente de las relaciones mutuas que para los objetivos de este ensayo deben adoptar los cristianos, y los otros hombres que pertenecen a la gran mayoría no cristiana, ha hecho más urgente que en ninguna ocasión anterior la necesidad de comprender las religiones que practican. Tal comprensión es al mismo tiempo digna de ser estimada por sí misma e indispensable para la solución pacífica de los problemas políticos y económicos por cuya causa los pueblos del mundo están actualmente más divididos que unidos. No podemos establecer relaciones humanas con otros pueblos si estamos convencidos de nuestra superioridad o de nuestra mayor sabiduría y sólo queremos convertirlos a nuestro modo de pensar. El cristiano moderno, que considera al mundo como su parroquia, se enfrenta con la difícil empresa de convertirse a sí mismo en ciudadano del mundo; se le invita a participar en un simposio y en un convivium, no para presidir -para eso hay Otro que preside ocultamente- sino para ser uno de los muchos invitados.
No hace todavía mucho, sólo a los misioneros se les exigía un estudio de las religiones diferentes de la propia. Incluso este ensayo, por ejemplo, se funda en una petición hecha a un amplio grupo de profesores para un curso titulado "Cómo enseñar sobre los otros pueblos", patrocinado por el Departamento de Enseñanza de Nueva York y por la Asociación "East and West". Se ha propuesto también que en las escuelas y universidades de la postguerra habría que introducir la enseñanza de los principios fundamentales de las grandes religiones del mundo, como un modo de incrementar la comprensión internacional y promocionar la idea de la ciudadanía del mundo.
La cuestión surge inmediatamente. ¿Quiénes habrían de impartir perfectamente esa enseñanza? Es evidente que no puede haber comprendido, y por tanto estar capacitado para enseñar una religión, el que es hostil a toda religión; por tanto hay que excluir a todo humanista racionalista y científico y en último término a los que conciben la religión en un sentido meramente ético y no teológico. Lo ideal sería que, para las grandes religiones, los maestros fueran sus creyentes, pero este ideal por ahora sólo puede llevarse a efecto en las universidades más importantes. Se ha propuesto establecer una escuela de esta materia en Oxford.


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