En este libro la autora ofrece novedosos argumentos desde los cuales, explora el papel que juega la naturaleza humana en el estado actual del mundo. A lo largo de distintos ángulos humanísticos (antropológico, psicológico, sociológico, pedagógico) y sin perder de vista las inherentes perspectivas histórica y filosófica, destaca el analfabetismo antropológico que padece la sociedad actual, como componente central del creciente deterioro y disolución del tejido social y comunitario, así como del abuso del poder, el ejercicio escandaloso de la crueldad y la violación sistemática de los derechos humanos en casi todos los países, pero también del colapso ambiental del planeta.
Describe a la sociedad occidental, como la más subordinada por la cultura de la posesión, productora de la mayor acumulación de riqueza en unas cuantas manos, en un mundo con la mayor cantidad de pobre de la historia. Cultura que ha globalizado un estilo de vida basado en el consumo irracional e implementando novedosas estrategias de dominación, consiguiendo de las mayorías silenciosas e impotentes, conciencias aletargadas e indiferentes. Esta sociedad, señala, es como un gigantesco estanque de agua tibia en el que las mayorías silenciosas, dóciles y acríticas, chapotean alegremente, sin darse cuenta que paulatinamente la temperatura del agua aumenta; sus movimientos, subraya, se hacen cada vez más lentos y sus músculos, como efecto colateral se insensibilizan. De no darse cuenta a tiempo, llegará el momento en que ya no puedan salir del estanque y éste sea su tumba.
En su argumentación recupera dos categorías a las que identifica como piezas centrales del gran rompecabezas de la naturaleza humana: la pulsión de posesión y la propensión magicoanimista. Asegura que todo lo que el ser humano ha construido desde que se configura como lo conocemos, parte de su tendencia a volver al estado monádico originario de unidad total en el que se origina la vida y quedó como huella profunda en su psique. Esto hace que los miembros de la especie humana sean propensos a percibir el mundo exterior como extensión de sí mismos y, consecuentemente a pretender apropiarse de él. Esta predisposición está adherida a un cerebro que evolucionó y funcionó durante cientos de miles de años, teniendo como únicos referentes creencias en entidades sobrenaturales, lo que impactó en su configuración, incluso anatómica y lo convirtió en un órgano que funciona en clave magicoanimista.
La humanidad en su condición actual, no sólo es responsable de grados alarmantes de deterioro ambiental y la extinción de muchas formas de vida, también ha afinado sofisticadas maneras de agredir a sus propios miembros. Las élites en el poder destinan más recursos a la degradación e indignidad humana de la acumulación y opulencia de unos cuantos, que a la solución del hambre, la enfermedad y la miseria de cientos de miles de millones de seres humanos que pasan su breve existencia sin conocer la paz, la justicia y la vida digna. Recuperando la propensión magicoanimista de la especie humana, el libro se aproxima a responder por qué las grandes mayorías silenciosas, apáticas e impotentes, han permitido que pequeños grupos de poderosos, esclavos de su propia codicia y ambición ilimitada, viviendo en condiciones parasitarias del trabajo de otros, decidan, promuevan y ejecuten guerras para amasar fortunas, condenando a la muerte y a la miseria a pueblos enteros.
Argumenta que las tecnologías que tradicionalmente han sido prótesis del poder para la manipulación, actualmente pueden ser usadas para la construcción de comunidades de pensadores críticos, pensadores rebeldes, pensadores sensibles y empáticos dispuestos a participar de la difusión e instauración de una cultura del sentido social, de la empatía y de la dignidad humana, una cultura de los derechos humanos. En esa perspectiva se bosqueja una pedagogía de los derechos humanos, una liberada de la camisa de fuerza de la institución escolar y/o de los programas oficiales. Pedagogía que, echando mano del alcance masivo de las TIC y su potencial de interconexión permanente, se coloque en todos los ámbitos de interacción humana donde se juega la educación. En el proceso, propone pasar a examen riguroso el derecho humano a la educación (escolar) inscrito en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, para dilucidar las contradicciones que lo sabotean. La educación, sostiene, es probablemente el derecho humano más importante, en virtud de que una comunidad de pensadores críticos y con conciencia histórica, es la piedra angular de una sociedad, más justa y auténticamente democrática, cuyos miembros sean capaces de defender y respetar los derechos humanos.