Los diarios de peregrinos, hoy tan abundantes, con anterioridad al Año Santo de 1993 se convierten en rarezas, en los últimos siglos apenas llegan a contarse con los dedos de las manos. Recuperar uno solo es devolver al Camino un trozo de su propia historia, reciente pero a su vez totalmente desconocida.

El autor, documentalista e investigador jacobeo, persigue en su proyecto recuperar el siglo XX para la memoria de las peregrinaciones, en éste caso no ha tenido que ir a buscarlo muy lejos, solo le ha bastado tener el valor de abrir el cajón del pudor de su escritorio y extraer de él su propia historia escrita hace 35 años.

Era un periodo de interregno político, de incertidumbres y consensos, pero la juventud que pasa por encima de todo convencionalismo, con su naturalidad camina hacia Compostela, más como quijotes que como peregrinos, más por asfalto que por camino, sin tantos medíos, pero con mucha ilusión de adaptarse a las circunstancias y sorpresas que los lances del día a día les deparaba.

¿Sois peregrinos? era la pregunta, que les hacían las gentes con las que se cruzaban, ante su propia incredulidad. Aquel muchacho sigue, en la actualidad, buscando el Camino, y prosigue adaptándose a lo que la ruta le da, porque esa última gran aventura de occidente aún no ha acabado, y vive atrapado por su magia.