JORNADA PRIMERA. Galería es la casa de doña Ana.	
ESCENA PRIMERA
DON FÉLIX, TARUGO.	
TARUGO.	Eso Señor, es virtud	
que no acabo de creer.	
DON FÉLIX.	Esto es para entretener	
sin ocio la juventud.	
Doña Ana Pacheco es	
por su virtud estimada,	
por su ingenio celebrada	
por sus partes lo que ves.	
Es sola, rica y discreta,	
su honestidad conocida,	
y el empleo de su vida	
le da al estudio.	
TARUGO	¿Es poeta?	
DON FÉLIX.	Aunque ella no es la primera,	
pues en Madrid hoy se ven	
mujeres que hacen tan bien	
versos, que envidia cualquiera,	
te aseguro de doña Ana	
que, sin ser sola, pudiera	
ser en esto la primera.	
Y los aplausos que gana	
a que tenga la han movido	
una academia en su casa,	
donde yo acudo y se pasa	
un rato muy divertido;	
porque de mis mocedades	
este cuidado me priva:	
aquí el discurso se aviva,	
y excuso otras liviandades.	
TARUGO.	Señor, cosa es muy posible	
ser rica, bella y discreta;	
pero ser rica y poeta,	
vive Dios, que es imposible.	
DON FÉLIX.	¡Por qué?	
TARUGO.	¿Eso dudas?	
DON FÉLIX.	Si dudo.	
TARUGO.	Pues iba ¿hay hombre a quien dé el cielo	
con gracia aqueste desvelo,	
que no esté siempre desnudo?	
Y esto es forzoso, Señor,	
porque la poesía es cosa	
que, aunque es virtud y gustosa	
nunca ha tenido valor.	
Es flor desta humanidad,	
y como una flor, en fin,	
sirve de adorno al jardín;	
mas no de necesidad	
adornan las flores bellas;	
y al que en un jardin las mira,	
como hermosas las admira,	
pero no cena con ellas.	
Y el que un jardín entra a ver	
mas presto se irá a buscar	
espárragos que cenar	
que las flores para oler.	
Demás desto, la fortuna	
parte igualmente sus dones,	
y no da sus perfecciones	
al que te quiso dar una	
el bien con el mal mezcló;	
nadie a otro envidiará	
si sabe el hueso que da	
con la carne que le dio.	
Al entendido da ocio	
y pobreza; al que da precio	
de hacienda siempre es un necio,	
mas no para su negocio.	
La hermosa es boba y pesada,	
la fea discreta y graciosa,	
y tal vez es melindrosa	
la aguileña desgraciada	
y si una llego á tener	
hermosura y discreción,	
le da una mala elección,	
con que lo echa a peder.	
Y esto tan claro se nota,	
que de esto salió el refrán	
de que «al ruin puerco le dan	
siempre la mejor bellota».	
Y yo en todas siempre advierto	
el galán discreto, airoso,	
dejado por un roñoso	
necio, zambo, zurdo y tuerto.	
Y en fin, en todo hay su peso,	
porque en la mejor fortuna	
verás lo que en la aceituna,	
que en la mayor hay más hueso.	
Poesía y riqueza ingrata	
siempre trocaron los frenos,	
y no hallarás versos buenos	
hechos con bujías de plata,	
con candil sí, que es civil	
la musa para la vena:	
sólo la poesía es buena	
hecha a moco de candil.