ACTO PRIMERO
Sale Doña JUANA de hombre con calzas y vestido todo verde, y QUINTANA, criado
QUINTANA: Ya que a vista de Madrid 
y en su Puente Segoviana 
olvidamos, doña Juana,
huertas de Valladolid, 
Puerta del Campo, Espolón, 
puentes, galeras, Esgueva,
con todo aquello que lleva, 
por ser como inquisición 
de [la] pinciana nobleza,
pues cual brazo de justicia, 
desterrando su inmundicia
califica su limpieza;
ya que nos traen tus pesares 
a que desta insigne puente 
veas la humilde corriente 
del enano Manzanares, 
que por arenales rojos 
corre, y se debe correr, 
que en tal puente venga a ser 
lágrima de tantos ojos; 
¿no sabremos qué ocasión 
te ha traído desa traza? 
¿Qué peligro te disfraza 
de damisela en varón?
JUANA: Por agora no, Quintana. 
QUINTANA: Cinco días hace hoy 
que mudo contigo voy. 
Un lunes por la mañana 
en Valladolid quisiste 
fiarte de mi lealtad: 
dejaste aquella ciudad; 
a esta Corte te partiste, 
quedando sola la casa 
de la vejez que te adora, 
sin ser posible hasta agora 
saber de ti lo que pasa, 
por conjurarme primero 
que no examine qué tienes, 
por qué, cómo o dónde vienes, 
y yo, humilde majadero, 
callo y camino tras ti 
haciendo más conjeturas 
que un matemático a escuras. 
¿Dónde me llevas ansí? 
Aclara mi confusión 
si a lástima te he movido,
que si contigo he venido,